Aunque se lanzó el eslogan de “la revolución de las sonrisas”, con un envase de marketing tipo Disney y las prédicas de los clérigos indepes que hablaban de un movimiento pacífico, de buen rollito y esas cosas que nadie se cree, pronto aparecieron en TV3 Carles Sastre, exmiembro del grupo terrorista Terra Lliure, condenado por ponerle una bomba en el pecho a Bultó; Otegi, el nuevo Gandhi que viene de la ETA y que levantaba el entusiasmo a las masas nacionalistas y no paraba de hacerse selfies en Paseo de Gracia, y otros pacifistas de nuevo cuño que nunca condenarán un acto violento.
El último en ser promocionado es Fredi Bentanachs, uno de los fundadores de Terra Lliure, corresponsable de más de 200 atentados, y presentado en sociedad por Puigdemont en Waterloo.
A eso hay que añadirle el famoso “apretad, apretad” del President Quim Torra a los CDR, que como son disciplinados le han hecho caso y ya tenemos el bochinche montado con las bombas preparadas para explotar.
El dilema indepe es claro: o eligen a Milosevic, el presidente serbio que acabó juzgado por crímenes de guerra y genocidio, o se decantan por Nelson Mandela, icono de la lucha pacifista y apaciguador de odios africanos.
Me temo que los políticos y periodistas indepes están por la vía Serbia. Tienen todos los días oportunidades de condenar las algaradas callejeras; los escraches y la violencia verbal, pero se abonan a la estrategia ETA/Batasuna: la única violencia es la de los otros. Si a eso le sumamos que quién tiene que hacer cumplir la Ley -los Mossos- se ponen de perfil… el vértigo aumenta.
Confío que la gente de seny, que tiene que haber en el mundo indepe, alce la voz e imponga la vía de Mandela frente a la de Milosevic.
Pero no sé si ya es demasiado tarde. Los violentos aporrean la puerta y nadie, o casi nadie de su ámbito, frenan sus odios. “El nacionalismo es la guerra”, decía el socialista Miterrand. Me temo que habrá que darle la razón…
Álex Rosal
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